Por Transeúnte

Luis Donaldo Colosio Riojas, como alcalde de Monterrey, hace un trabajo tan discreto que parece inexistente. Al no hacer manifestación pública de sus actividades, mueve a suponer que la capital no es gobernada por nadie.

Durante toda su vida, el Junior ha sido de perfil bajo. Lugo de la muerte trágica de su famoso padre, el muchacho ha sido un trabajador dedicado en asuntos jurídicos, siempre tras bambalinas. Ya metido a la política, de la mano del emecista Dante Rannauro y asesorado, siempre por su brother Agustín Basave Alanís, se hizo diputado local y luego alcalde.

Ahora, ya edil en forma, y con más de un año en el puesto, parece que no ha terminado de acomodarse en la chamba. No se puede hablar de una gestión gris o mediocre. Simplemente parece que no hay gestión, y que los asuntos del municipio se mueven por inercia, en una maquinaria municipal bien aceitada, que toma rumbo sola.

Dicen en el rancho que santo que no es visto, no es adorado. Tal vez le vendría bien a Luis que se dejara ver de vez en cuando, para que la gente se sepa que hay un pastor que guía el rebaño, que alguien se ocupará de los problemas en la comunidad cuando lleguen tiempos difíciles.